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lunes, 19 de noviembre de 2012

Una Gilipollas . (Á)

Al leer sus palabras no pide evitar estremecerme de dolor. Lo sentía físicamente, sobre todo en las piernas, que no paraban de temblar. Comenzé a tiritar pero no de frío, sino de miedo. Apenas sostenía el Itouch en las manos, el cual se calló al suelo. Las ganas de vomitar crecían por cada mensaje nuevo. Más y más vacío en mi pecho.

No podía más. Apagué la tele y me fui cabizbaja a mi habitación. Me senté en la cama cruzada de piernas, mirando a la pared.

Y aquí estoy. Escribiendo otra vez. Soy consciente de que esta no es la manera de arreglarlo, pero el ibuprofeno no llena el vacío en mi interior.

Acabo de perderle. Para siempre. Y ha sido la mayor estupidez que he cometido en mi corta existencia. Apago el chat. No quiero hablar con nadie. Las tres primeras lágrimas recorren mis rojas mejillas, traviesas, echándome en cara el error cometido.

Es injusto cuando pretendes ayudar y todo sale al revés. Es injusto que confundan tus palabras. Pero no es culpa suya, en absoluto. Bastante mal estará pasando para venir yo a joderme más.

Y quien soy yo? Una puta niñata. Una gilipollas. No soy quien para hacerle esto. No soy nadie para decir que hacer con él. Nadie. Y ahora menos.

"La mayor guerra" dijo él.

Recordarlo me provoca arcadas; y con ellas más y más lágrimas. La pastilla no hace nada. La cabeza me sigue dando vueltas.

Que se hace cuando pierdes a un amigo? Qué coño acaba de pasar?

Voy a ver si darme cabezazos contra la pared aclara las cosas.

La difunta Pervinca .

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